jueves, 24 de junio de 2010

Limberg 1ª parte

Abro los ojos en medio de una gran oscuridad, mi cabeza parece que en un momento u otro estallara, miro a mí alrededor; pero n reconozco aquel lugar. Estoy tendida en el suelo, esta frío y polvoriento, creo que me encuentro en la gran mansión abandonada del bosque; pero ¿Cómo he llegado hasta allí?


Me incorporo lentamente y siento la presencia de alguien más en este extraño lugar, me quedo quieta explorando con la mirada. Una mano acaricia desde atrás mi cuello, asustada me giro rápidamente y le veo a él. Ahora lo recuerdo, llegué a esta mansión siguiéndole ¿Quien es? Su aspecto es muy frágil, su piel es muy pálida, sus cabellos casi blancos, y sus ojos de un azul celeste, estos rasgos junto a su figura alta, estilizada, y su rostro…es tan…bello… su sola presencia es atrayente, intento moverme pero no lo consigo, intento gritar pero no puedo, hasta que quita sus ojos de mi no consigo mover mis piernas, es entonces cuando corro lo mas velozmente que puedo hacia la puerta; pero no se porque no la abro y me giro para mirarle; pero ya no esta, asustada miro hacia los lados… no esta, me vuelvo de nuevo hacia la puerta y cojo el picaporte nerviosa y le siento a él susurrándome al oído, “no tengas miedo” Grito con todas mis fuerzas hasta que él me tapa la boca co su mano, está muy fría, me quedo de nuevo completamente quieta y en silencio, él abre la puerta, es de noche, la luz de la luna le hace aun mas hermoso, bello, atrayente, misterioso… me coge con su fría mano y me saca fuera, reuniendo fuerzas consigo hablar:



- ¿Quién eres? – mi voz suena temblorosa al pronunciar estas palabras-.

- Limberg es mi nombre, os sacare del bosque, su familia debe de estar preocupada – me estremezco al escuchar su voz, firme, dulce, delicada, la misma voz que podría tener un ángel -.



Mis piernas siguen sin responder por el miedo; pero antes de que caiga al suelo, él me coge en brazos y me lleva através del bosque hasta las afueras de la ciudad.



- No se donde os alojáis – me dice sonriendo-.



Me baja hasta el suelo poniéndome de pie, intento no mirarle a los ojos para no caer de nuevo en su embrujo, cuando alzo la mirada… no esta, camino hasta casa, pálida por el miedo, mi madre asustada por mi mala cara llama al médico; pero yo estoy bien solo tengo miedo… El doctor me manda reposo y haciéndole caso me paso tres días durmiendo; curiosamente no he tenido pesadillas. Quizás Limberg solo fe un sueño…